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miércoles, 26 de septiembre de 2012

FELIZ CUMPLEAÑOS HERMANO GEORGE


FELIZ CUMPLE MI QUERIDO AMIGO Y HERMANO.
GRACIAS POR COMPARTIR TANTAS ALEGRIAS CON NOSOTROS Y SER ESE AMIGO FIEL, ESE CONFIDENTE Y SOBRE TODO ESE HERMANO QUE NOS TIENDE LA MANO Y SU CORAZÓN PARA PLATICAR CON NOSOTROS CUANDO MAS LO NECESITAMOS.
QUE DIOS SIGA INCREMENTANDO TU AMOR Y TU FE

"YO MUERO PERO DIOS NO MUERE ¡VIVA CRISTO REY!"




lunes, 24 de septiembre de 2012

SEMANA DE LA BIBLIA


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED


En castellano se le ha llamado en plural, Virgen de las Mercedes, que no corresponde con el sentido originario de la advocación. 

El significado del título "Merced" es ante todo "misericordia". La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso. 

MARÍA Y PEDRO NOLASCO

Eran tiempos en que los musulmanes saqueaban las costas y llevaban a los cristianos como esclavos a África. La horrenda condición de estas víctimas era indescriptible. Muchos perdían la fe pensando que Dios les había abandonado. Pedro Nolasco era comerciante. Decidió dedicar su fortuna a la liberación del mayor número posible de esclavos. Recordaba la frase del evangelio: "No almacenéis vuestra fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenad en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe" (Mt 6,20).

Año 1203. El laico, Pedro Nolasco inicia en Valencia la redención de cautivos, redimiendo con su propio patrimonio a 300 cautivos. Forma un grupo dispuesto a poner en común sus bienes y organiza expediciones para negociar redenciones. Su condición de comerciantes les facilita la obra. Comerciaban para rescatar esclavos. Cuando se les acabó el dinero forman cofradías-para recaudar la "limosna para los cautivos". Pero llega un momento en que la ayuda se agota y Pedro Nolasco se plantea entrar en alguna orden religiosa o retirarse al desierto. Entra en una etapa de reflexión y oración profunda. 

LE RESPONDE LA VIRGEN

Nolasco pide a Dios ayuda y, como signo de la misericordia divina, le responde la Virgen que funde una congregación liberadora. La noche del 1 al 2 de agosto de 1218, la Virgen se les apareció a Pedro Nolasco, a Raimundo de Peñafort, y al rey Jaime I de Aragón, y les comunicó a cada uno su deseo de fundar una congregación para redimir cautivos. La Virgen María movió el corazón de Pedro Nolasco para formalizar el trabajo que el y sus compañeros estaban ya haciendo. La Virgen llama a Pedro Nolasco y le revela su deseo de ser liberadora a través de una orden dedicada a la liberación de los cautivos de los musulmanes, expuestos a perder la fe. Nolasco le dice a María: 

-¿Quién eres tú, que a mí, un indigno siervo, pides que realice obra tan difícil, de tan gran caridad, que es grata Dios y meritoria para mi?:

-“Yo soy María, la que le dio la carne al Hijo de Dios, tomándola de mi sangre purísima, para reconciliación del género humano. Soy la que recibió la profecía de Simeón, cuando ofrecí a mi Hijo en el templo:”Mira que éste ha sido puesto para ruina y resurrección de muchos en Israel; ha sido puesto como signo de contradicción: y a ti misma una espada vendrá a atravesarte por el alma”:

-¡Oh Virgen María, madre de gracia, madre de misericordia! ¿Quién podrá creer que tú me mandas?: 

-“No dudes en nada, porque es voluntad de Dios que se funde esta congregaciónn en honor mío; será una familia cuyos hermanos, a imitación de mi hijo Jesucristo, estarán puestos para ruina y redención de muchos en Israel y serán signo de contradicción para muchos."

LA INSTITUCION NUEVA

Pedro Nolasco, funda la congregación, apoyado por el Rey Jaime I de Aragón, el Conquistador y aconsejado por San Raimundo de Peñafort. Su espiritualidad se fundamenta en Jesús, el liberador de la humanidad y en la Virgen, la Madre liberadora e ideal de la persona libre. Los mercedarios querían ser caballeros de la Virgen María al servicio de su obra redentora. Por eso la honran como Madre de la Merced o Virgen Redentora. En el capítulo general de 1272, los frailes toman el nombre de La Orden de Santa María de la Merced, de la redención de los cautivos, mercedarios. El Padre Antonio Quexal, siendo general de la Merced en 1406, dice: "María es fundamento y cabeza de nuestra orden". 

EN LA CATEDRAL DE BARCELONA

El 10 de agosto de 1218 en el altar mayor de la Catedral de Barcelona, en presencia del rey Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou, se crea la nueva institución. Pedro y sus compañeros vistieron el hábito y recibieron el escudo con las cuatro barras rojas sobre un fondo amarillo de la corona de Aragón y la cruz blanca sobre fondo rojo, titular de la catedral de Barcelona. Pedro Nolasco reconoció siempre a María Santísima como la auténtica fundadora de la congregación mercedaria. 

LA VIRGEN DE LA MERCED, LA FUNDADORA

El título mariano de la Merced tiene su origen en Barcelona, España, cuando muchos eran cautivos de los moros y en su desesperación y abandono estaban en peligro de perder la fe . La Virgen de La Merced, manifesta su misericordia por para atenderlos y liberarlos. La talla de la imagen de la Merced venerada en la basílica de la Merced de Barcelona es del siglo XIV, de estilo sedente, como las románicas. He subido piadosamente a su camarín y he comprobado su aspecto imponente por su talla extraordinaria e impresionante. El año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia el 24 de septiembre. 

ACTUALIDAD DEL CARISMA

El carisma mercedario de liberar a los cautivos sigue siendo tan necesario como siempre. María ofreció todo su ser para que viva el Hijo de Dios encarnado. En el cántico del Magníficat (Lc 1, 46), María expresa la liberación de Dios. El Papa Juan Pablo II dijo que "María es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad". La Virgen continúa velando por sus hijos cautivos de Satanás (LG 62) y nos pide nuestra cooperación. Nosotros debemos dar nuestra vida para que su Hijo viva en nosotros y así pueda liberar a nuestros hermanos. Ella nos enseñará como hacerlo. 

DIOS PADRE DE MISERICORDIA, MARÍA MADRE DE MISERICORDIA.

Dios es Padre de Misericordia, María es Madre de Misericordia. Ella refleja la misericordia de Dios, sufriéndolo todo por sus hijos. Los cristianos debemos también reflejar la misericordia de Dios sufriéndolo todo por amor. "Mirad la hondura o cavidad del lago de donde habéis sido tomados, las entrañas de la Madre de Dios" - Las obras de misericordia que la Virgen pidió incluyen la visita, el acompañamiento y la ayuda a los que salen de la cárcel. 

UNA CONGREEGACION LAICAL

Así fue en los primeros tiempos. Su primera ubicación fue el hospital de Santa Eulalia, junto al palacio real. en Barcelona. Allí recogían a indigentes y a cautivos que regresaban de tierras de moros y no tenían donde ir. Seguían la labor que ya antes hacían de crear conciencia sobre los cautivos y recaudar dinero para liberarlos. Salían cada año en expediciones redentoras. San Pedro continuó sus viajes personalmente en busca de esclavos cristianos. En Argelia, África, lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad. Aprovechando sus dones de comerciante, organizó con éxito por muchas ciudades colectas para los esclavos. 

CUARTO VOTO

Además de los tres votos de la vida religiosa, pobreza, castidad y obediencia, hacían un cuarto voto: dedicar su vida a liberar esclavos. Se comprometían a quedarse en lugar de algún cautivo que estuviese en peligro de perder la fe, cuando el dinero no alcanzara a pagar su redención. Así lo hizo San Pedro Ermengol, un noble que entró en la orden tras una juventud disoluta. Este cuarto voto distinguió a la nueva comunidad de mercedarios. El Papa Gregorio IX aprobó la comunidad y San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General. El rey Jaime decía que la conquista de Valencia, se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Cada triunfo que obtenía lo atribuía a sus oraciones. 

DESCANSA YA, SIERVO BUENO Y FIEL

Pedro Nolasco, a los 77 años, pronunció el Salmo 76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados". y se durmió en el regazo de la Virgen. Su intercesión logró muchos milagros y fue canonizado en 1628. 

En el año 1696, el papa Inocencio XII extendió la fiesta de la Virgen de la Merced a toda la Iglesia, y fijó su fecha el 24 de septiembre. 


VIRGEN DE LA MERCED RUEGA POR NOSOTROS

domingo, 23 de septiembre de 2012

SAN PADRE PIO


SAN PADRE PIO


Canción del Padre Pio


San Pío de Pietrelcina entró en los Capuchinos con 15 años de edad. Ordenado el 10 de agosto de 1910. n PiAsignado a San Giovanni Rotondo en 1916, vivió allí hasta su muerte.Recibió los estigmas: 20 de septiembre, 1918. Los llevó por 50 años.Entró en la Vida Eterna: 23 de septiembre, 1968.Beatificado por el Papa Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999. Canonizado por el Papa Juan Pablo II el 16 de junio del 2002. "Solo quiero ser un fraile que reza...” “Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...” -Padre Pío El Padre Pío es uno de los más grandes místicos de nuestro tiempo, amado en todo el mundo. Nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios. Famoso confesor. El Padre Pío pasaba hasta 16 horas diarias en el confesionario. Algunos debían esperar dos semanas para lograr confesarse con él, porque el Señor les hacía ver por medio de este sencillo sacerdote la verdad del evangelio. Su vida se centraba en torno a la Eucaristía. Sus misas conmovían a los fieles por su profunda devoción. Poseía una ferviente devoción por la Virgen María.
DONES EXTRAORDINARIOS:
Discernimiento extraordinario: la capacidad de leer los corazones y las conciencias. Profecía: pudo anunciar eventos del futuro. Curación: curas milagrosas por el poder de la oración. Bilocación: estar en dos lugares al mismo tiempo. Perfume: la sangre de sus estigmas tenía fragancia de flores. Llegaban a verle multitud de peregrinos y además recibía muchas cartas pidiendo oración y consejo. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas. Calcularon que perdía una copa de sangre diaria, pero sus llagas nunca se infectaron. El Padre Pío decía que eran un regalo de Dios y una oportunidad para luchar por ser más y más como Jesucristo Crucificado. Su beatificación fue la de mayor asistencia en la historia. La plaza de San Pedro y sus alrededores no pudieron contener la multitud que asistió a su beatificación. El Padre Pío es un poderoso intercesor. Los milagros se siguen multiplicando.
 BIOGRAFÍA
Infancia
Francisco Forgione (San Padre Pío) nació en el seno de una humilde y religiosa familia, el Miércoles 25 de mayo de 1887 a las 5 de la tarde, hora en que las campanas de la Iglesia sonaban para llamar a todos los fieles a honrar a la Virgen Santísima en su mes. El Beato Padre Pío nació en una pequeña aldea del Sur de Italia, llamada Pietrelcina, una pequeña villa en la provincia de Benevento, Italia. Sus padres, Horacio Forgione y María Giuseppa de Nunzio Forgione, ambos agricultores, encomendaron la protección de su recién nacido a San Francisco de Asís, por esta razón le bautizaron con el nombre de Francisco al día siguiente de su nacimiento. El Padre Pío, cuando era aún un bebé, lloraba desconsoladamente al grado que su padre no lograba descansar por la noche de lo fuerte y constante de su llanto, su padre decía que “al bebé nunca se le acababa el aire”. Una vez que se encontraba con su papá a solas en casa, este no pudo consolarle para que parara de llorar y lo arrojó en la cama exclamando: “Parece que el diablo hubiese nacido en mi casa”. Relata el Padre Pío que desde ese preciso momento, nunca más volvió a llorar así. La familia Forgione vivía en el sector más pobre de Pietrelcina. Francisco fue pobre, pero como él mismo diría más adelante, nunca careció de nada... Los valores eran diferentesen aquella época; un niño se consideraba dichoso si tenía lo básico para vivir. Fue un niño muy sensible y espiritual.
Inicio de sus experiencias extraordinarias
Su vida transcurrió en los alrededores de la Iglesia Santa María de los Ángeles, que podríamos decir fue como su "hogar". Aquí fue bautizado, hizo su Primera Comunión, su Confirmación, y precisamente aquí, a los cinco años de edad, tuvo una aparición del Sagrado Corazón de Jesús. El Señor posó Su mano sobre la cabeza de Francisco y este prometió a San Francisco que sería un fiel seguidor suyo. El curso de su vida y su vocación quedaría desde ese momento sellado. Padre Pío se ofrece a tan corta edad como víctima. Este año marcaría la vida de Francisco para siempre; empieza a tener apariciones de la Santísima Virgen, que continuarían por el resto de su vida. También tenía trato familiar con su ángel guardián, con el que tuvo la gracia de comunicarse toda su vida y el cual sirvió grandemente en la misión que él recibiría de Dios. Es también a esta edad que los demonios comenzaron a torturarlo. El niño acostumbraba a cobijarse bajo la sombra de un árbol particular durante los cálidos y soleados días de verano. Amigos y vecinos testificaron que fueron en más de una ocasión las veces que le vieron pelear con lo que parecía su propia sombra. Estas luchas continuarían por el resto de su vida. Fue un niño callado, diferente y tímido, muchos dicen que a tan corta edad ya mostraba signos de una profunda espiritualidad. Era piadoso, permanecía largas horas en la iglesia después de Misa. Hizo hasta arreglos con el sacristán para que le permitiera visitar al Señor en la Eucaristía, en los momentos en los cuales la iglesia permaneciera cerrada.

Curado por los chiles
En tiempos en que el Padre era aún pequeño, la tifoidea era una enfermedad mortal y el pequeño Francisco se vio al borde de la muerte a consecuencia de ella. La fiebre le llego tan alta, que el mismo doctor le informó a su madre que al pequeño Francisco le quedaban unas cuantas horas de vida. La madre, aun con el dolor que experimentaba su corazón, debió continuar sus labores domésticas y preparó, como de costumbre, alimentos para los trabajadores que les ayudaban con sus tierras. La comida que Guiseppa preparó fueron chiles fritos y los trabajadores no se los terminaron por ser tan picosos. Al pequeño enfermo, el olor de los chiles le resultó muy apetecible y en cuanto se encontró a solas, no pudiendo caminar, se arrastró hasta el lugar en el que se encontraban los chiles que tanto le apetecían y se los comió todos. Cuando terminó de comer, se regresó a su cama y sintió una gran sed. Llamó a su hermano Miguel para que le trajera algo de tomar. Su hermano le llevó una botella de leche y le sirvió un poco en una cuchara, como lo habían estado haciendo. Francisco, tomó la botella y se la tomó toda para la sorpresa de su hermano. Cuando su madre regresó más tarde a buscar los chiles, encontró el plato vacío y no se imaginó que hubiese sido Francisco el que se los hubiese comido. Aunque esta comida podría haber sido fatal para su salud, produjo cambios radicales. Desde ese momento, Francisco se curó de la tifoidea y su salud se restauró por completo.
Un milagro en su presencia
Un día, siendo aún pequeño, acompañó a su padre, Horacio, en una peregrinación al Santuario de San Peregrino. La iglesia estaba llena de fieles de todas partes. Francisco se arrodilló para orar al frente del Santuario y observaba la angustia de una madre que se acercó al altar con un niño deforme en sus brazos e imploraba al Santo que intercediera por la sanación de su hijo. Mientras su padre se preparaba para salir de la Iglesia, Francisco no se movía en profunda oración de intercesión por el niño. La madre de este, en un arrebato de desesperación dijo en voz alta frente a la imagen del Santo: “Cura a mi hijo, si no lo quieres curar, tómalo, yo no lo quiero” y diciendo esto, arrojó al niño en el altar. En el preciso momento en que el niño tocó el altar, éste sanó por completo. Esta experiencia del poder de la oración, afianzó grandemente la confianza de Francisco en el poder de la intercesión de los Santos.
Primeros estudios
Francisco tenía gran sed de aprender. Por no haber escuelas en la villa, unos granjeros se voluntarizaron para enseñar a los niños del área. Su mayor ambición era que los niños pudieran aprender a leer y los más brillantes a escribir. La enseñanza se llevaba a cabo durante la noche por la necesidad existente de trabajar, tanto adultos como niños durante el día. Francisco estudiaba durante este tiempo. Otros niños preferían jugar, pero esto no era una de sus prioridades. Su preferencia era siempre pasar la mayor parte del tiempo en oración y estudiar en el tiempo destinado para el aprendizaje. Padre Pío fue un niño disciplinado, que entendía el sacrificio que era para sus padres patrocinar su tiempo de aprendizaje.
Estudios para prepararlo a la Vida Religiosa
Llegó el momento en el cual Francisco manifestará su deseo de ser religioso. Su padre, al ver la limitación existente de educación en la villa, emigró a los EstadosUnidos y a Jamaica buscando mejor solvencia económica que le permitiera sufragar los gastos de educación para Francisco. Sus padres, aunque humildes, recibieron gran sabiduría del Señor para ver el camino que su hijo habría de seguir. Hicieron grandes sacrificios para que se hiciera posible. Fue durante este tiempo en que su madre, Giuseppa, hizo arreglos para que su hijo recibiera la formación necesaria para poder ingresar en el seminario. La única posibilidad en ese momento era recibir clases con Don Domenico Tizzani, un exsacerdote que habiendo abandonado el ministerio, había contraído matrimonio. Don Domenico tenía la reputación de ser muy buen maestro, pero algo pasaba con el joven Francisco que parecía tener un bloqueo mental en su presencia. Doña Giuseppa buscó otro maestro para Francisco y lo encontró en el maestro Angelo Cavacco. Con él, el joven Francisco avanzó con gran rapidez y mostró tener gran capacidad.
Preparación para el Noviciado
Los días antes de entrar al seminario fueron días de visiones del Señor, que le prepararían para grandes luchas. Jesús le permitió ver a Francisco el campo de batalla, los obstáculos y enemigos. A un lado habían hombres radiantes, con vestiduras blancas, al otro lado, inmensas bestias espantosas de color oscuro. Era una escena aterradora y las rodillas del joven Francisco comenzaron a temblar. Jesús le dice que se tiene que enfrentar con la horrenda criatura, a lo que Francisco responde temeroso, rogándole al Señor que no le pidiera cosa semejante de la cual no podría salir victorioso. Jesús vuelve a repetir su petición dejándole saber que estaría a su lado. Francisco entonces entra en un feroz combate, los dolores infligidos en su cuerpo eran intolerables, pero salió triunfante. Jesús alertó a Francisco de que entraría en combate nuevamente con este demonio a lo largo de toda su vida, que no temiera: “Yo estaré protegiéndote, ayudándote, siempre a tu lado hasta el fin del mundo”. Esta visión particular petrificó a Padre Pío por 20 años. El día antes de entrar al Seminario, Francisco tuvo una visión de Jesús con su Santísima Madre. En esta visión, Jesús posa Su mano en el hombro de Francisco, dándole valor y fortaleza para seguir adelante. La Virgen María, por su parte, le habla suavemente, sutil y maternalmente penetrando en lo más profundo de su alma.
Ingreso en el Noviciado de Morcone
Padre Pío siempre caminó el sendero estrecho, no permitiéndose lujos ni nada que le pudiera desviar de su relación con Jesús. A los 15 años de edad, Francisco había adelantado lo suficiente como para entrar al Seminario; sería Fraile Capuchino. Ingresó con la Orden Franciscana de Morcone el 3 de enero de 1902. Quince días después de su entrada, el día 22 de enero de 1902, Francisco recibió el hábito franciscano que está hecho en forma de una cruz y percibió que desde ese momento su vida estaría “crucificada en Cristo”, tomó además, por nombre religioso, Fray Pío de Pietrelcina en honor a San Pío V. La Fraternidad Capuchina en la cual ingresó era una de las más austeras de la Orden Franciscana y una de las más fieles a la regla original de San Francisco de Asís. El ayuno y la penitencia eran prácticas habituales. El Fraile Pío abrazó todas las formas de autoprivación, comiendo siempre muy poco, en una ocasión se alimentó únicamente de la Eucaristía por 20 días y aunque débil físicamente se presentaba a clases con preclara alegría. Fue una de las mejores épocas de su vida: "Soy inmensamente feliz cuando sufro, y si consintiera los impulsos de mi corazón, le pediría a que Jesús me diera todo el sufrimiento de los hombres".
Primera bilocación
En 1905, solo dos años después de haber entrado al Seminario, el Fraile Pío experimenta por primera vez la bilocación. Rezando acompañado de otro fraile en el coro, una noche fría de enero, alrededor de las 11:00 de la noche, se encontró a sí mismo muy lejos, en una casa muy elegante en la cual un padre de familia agonizaba en el mismo momento que su hija nacía. Nuestra Santísima Madre se le apareció al Fraile Pío diciéndole: “Encomiendo esta criatura a tus cuidados; es una piedra preciosa sin pulir. Trabaja en ella, lústrala, hazla brillar lo más posible, porque un día me quiero adornar con ella”. A lo que él contestó: “¿Cómo puede ser esto posible si soy un pobre estudiante, y todavía ni siquiera sé si tendré la fortuna de llegar a ser sacerdote? Y si no llegara a ser sacerdote, ¿cómo podría ocuparme de esta niña estando tan lejos?”. La Virgen le contestó: “No dudes. Será ella quien venga a ti, pero la conocerás de antemano en la Basílica de San Pedro”. Inmediatamente se encontró de nuevo en el coro donde había estado rezando minutos antes. Dieciocho años más tarde esta niña se presentó en la Basílica de San Pedro, agobiada y buscando a un sacerdote con quien pudiera confesarse y recibir dirección espiritual. Ya era tarde y la Basílica iba a cerrar, miró a su alrededor y vio a un fraile entrar en el confesionario y cerrar la puerta. La joven se le acercó y comenzó a compartirle sus problemas. El sacerdote absolvió sus pecados y le dio la bendición. La joven en agradecimiento quiso besarle la mano, pero al abrir el confesionario solo encontró una silla vacía. Un año después, la joven fue en peregrinación a San Giovanni Rotondo. Padre Pío caminaba por los pasillos de las celdas repletos de peregrinos y al ver a la joven entre ellos, la señaló diciendo: “Yo te conozco, tu naciste el día que tu padre murió”, la joven, sorprendida, esperó largo rato para poderse confesar con el Padre y aclarar sus inquietudes. Padre Pío le recibe en el confesionario con estas palabras: "Mi hija, has venido finalmente; he esperando tantos años por ti!". La joven aún más sorprendida le manifestó que él estaba equivocado, siendo ésta la primera vez que ella visitaba San Giovanni. A lo que Padre Pío contestó: "Ya tú me conoces, viniste a mí el año pasado en la Basílica de San Pedro". La joven se convirtió en su hija espiritual, obedeciendo siempre a sus consejos. Se casó y formó una sólida y ejemplar familia cristiana.
Ordenación Sacerdotal
El 10 de agosto de 1910, Padre Pío es ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, Italia. La tarde de aquel día, escribe esta oración: “Oh Jesús, mi suspiro y mi vida, te pido que hagas de mí un sacerdote santo y una víctima perfecta”. El día de su ordenación, su padre se encontraba en América, pero su madre, su hermano Miguel y su esposa, y sus tres hermanas le acompañaron en ese día tan especial. Al finalizar la Santa Misa, su madre y sus hermanos se acercaron a la baranda para recibir su primera bendición. Su madre no podía contener sus lágrimas, tanto de la emoción como del dolor de pensar en la ausencia de su esposo, cuyo sacrificio había hecho posible la ordenación de su hijo. Como era la costumbre, el nuevo Padre celebraría su primera Misa en la iglesia de su pueblo, en Santa María de los Ángeles. En la misma iglesia en la que 23 años antes había sido bautizado, en donde había recibido la Primera Comunión y el Sacramento de la Confirmación. El padre solía decirles a sus hijos espirituales “Si ustedes desean asistir a la Sagrada Misa con devoción y obtener frutos, piensen en la Madre Dolorosa al pie del Calvario”.
De regreso en Pietrelcina
Mientras más alto escalaba el joven sacerdote hacia la perfección, más era asechado por el demonio. Y mientras más atormentado era por Satanás, más crecía en fe y en amor al Señor. Poco después de su ordenación, le volvieron las fiebres y los males que siempre le aquejaron durante sus estudios, y fue enviado a su pueblo, Pietrelcina, para que se restableciera de salud. Cada vez que se hacía el intento para restaurarlo a la vida religiosa dentro del monasterio, este fracasaba, pues su salud empeoraba. Su vida sacerdotal en Pietrelcina incluía mucha oración acompañada de muchas funciones religiosas, así como estudios teológicos, catecismo para los niños del pueblo y reuniones con individuos y familias. Durante este período en Pietrelcina, su antiguo profesor, el ex sacerdote Tizzani, agonizaba. Su hija, viéndolo cerca a la muerte, llamó al Padre Pío para que asistiera a su padre, quien providencialmente pasaba por su casa en ese momento. El moribundo recibió del Padre la gracia de Dios y la salvación eterna de su alma, hizo su confesión con lágrimas de arrepentimiento y murió en paz.











Primera aparición de los estigmas
Durante su primer año de ministerio sacerdotal, en 1910, el Padre Pío manifiesta los primeros síntomas de los estigmas. En una carta que escribe a su director espiritual los describe así: “En medio de las manos apareció una mancha roja, del tamaño de un centavo, acompañada de un intenso dolor. También debajo de los pies siento dolor”. Estos dolores en la manos y los pies del Padre Pío, son los primeros recuentos de las estigmas que fueron invisibles hasta el año 1918. Una vez el dolor que el Padre Pío experimentó fue tan agudo, que se sacudió las manos, las cuales sentía que se le quemaban, a lo que su madre le preguntó: “Que es eso?, es que ahora también tocas la guitarra?”. El Padre se limitó a no responder. Este tiempo en su pueblo natal fue un período de grandes combates espirituales con el demonio, pero también de grandes consuelos a través de éxtasis y fenómenos místicos, tanto interiores como exteriores, espirituales y físicos. El demonio solía aparecérsele de distintas maneras. Algunas veces lo hacía en la apariencia de animales, de mujeres bailando danzas impuras, de carceleros que lo azotaban e incluso bajo la apariencia de Cristo Crucificado, de su Ángel de la Guarda, San Francisco de Asís, la Virgen María, también bajo la apariencia de su director espiritual, su provincial, etc. pero después de estos asaltos del demonio, era consolado con éxtasis y apariciones de Jesús, la Santísima Virgen María, su Ángel Guardián, San Francisco y otros santos. El día 12 de agosto de 1912 experimentó por primera vez la “llaga del amor”. El Padre Pío le escribió a su director espiritual explicándole lo sucedido: “Estaba en la Iglesia haciendo mi acción de gracias después de la Santa Misa, cuando de repente sentí mi corazón herido por un dardo de fuego hirviendo en llamas y yo pensé que me iba a morir”. Por siete años, Padre Pío permanece fuera del Convento, en Pietrelcina. Naturalmente, esta vida estaba en contraste con la regla franciscana y algunos hermanos frailes se quejaron de esto. Fue entonces cuando el Superior General de la Orden pidió a la Sagrada Congregación de los Religiosos la exclaustración del P. Pío. Fue un golpe muy duro para él y en un éxtasis se quejó con San Francisco de Asís. La Congregación de los Religiosos no escuchó la solicitud del Superior General y concedió que el Padre Pío siguiera viviendo fuera del convento, hasta que estuviera completamente restablecida su salud.
De regreso a la vida monástica
El día 17 de febrero de 1916, el Padre Pío salió de Pietrelcina rumbo a Foggia, donde los superiores lo llamaron para dar un servicio espiritual. Gracias a las oraciones de Rafaelina Cerase, una señora muy enferma y cercana a la muerte, el Padre Pío puede regresar definitivamente a la vida comunitaria. Esta buena señora se ofreció a Dios como víctima para que el Padre pudiese oír confesiones y con ello traer gran beneficio a las almas. Aunque el Padre nunca más pudo regresar a Pietrelcina, su amor por ella nunca disminuyó. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Padre, refiriéndose a su pueblo dijo: “Pietrelcina será preservada como la niña de mis ojos”. Y antes de morir, hablando proféticamente dijo: “Durante mi vida he favorecido a San Giovanni Rotondo. Después de mi muerte, favoreceré a Pietrelcina”.
Primera visita a San Giovanni Rotondo
El día 28 de julio de 1916, el Padre Pío llega a San Giovanni Rotondo por primera vez. San Giovanni Rotondo era en ese entonces una pequeña villa en la península del Gargano, rodeada por casas muy pobres, sin luz, sin agua potable ni cañería, sin caminos pavimentados y sin formas de comunicación modernos, muy parecido a la forma de vida en las villas pequeñas de aquel entonces. El monasterio se encontraba a unos dos kilómetros del pueblo y para llegar a este, era necesario ir en mula. El monasterio contaba con una pequeña y rústica Iglesia de Nuestra Señora de la Gracia del siglo XIV.
Regreso permanente a San Giovanni Rotondo
Padre Pío fue invitado a San Giovanni por el Padre Guardián y su breve visita fue del 28 de julio al 5 de agosto. Durante esta visita, la salud del Padre parece haber mejorado un poco lo cual agradó al Padre Provincial y este lo mandó bajo obediencia a regresar a San Giovanni por un tiempo, hasta que mejorase más su salud. El Padre regresó al Monasterio del Gargano el día 4 de septiembre de 1916. En los designios del Señor, lo que en un inicio se pensó sería temporal, duró 52 años, hasta la muerte del Padre.
Experiencia Militar
El Padre Pío fue llamado a las filas militares tres veces durante la Primera Guerra Mundial y las tres veces fue regresado luego de un corto período por motivos de salud. La última vez que fue llamado, su salud desmejoró tanto, que los mismos médicos le dieron de baja para “permitirle morir en paz en su hogar”. Las cortas permanencias en las filas militares causaron en él grandes dolores en su alma, a causa de la dureza de los soldados, las blasfemias que escuchó y el verse alejado de la vida monástica. Otro gran dolor era el no poder ofrecer la Santa Misa todos los días. El Padre fue dado de baja de las filas militares con papeles que atestiguaban su buena conducta, su honor y fidelidad a la patria, aunque se salvó de haber confrontado cargos de deserción por no presentarse a una cita, a causa de un error del cartero de San Giovanni Rotondo. Este no sabía que Francisco Forgione y el Padre Pío eran la misma persona y por ello no supo a quién darle la cita.
El seminario menor
El Padre Pío sirvió como padre espiritual de los jóvenes que formaban parte del seminario seráfico menor, que en ese momento estaba en San Giovanni Rotondo. Él se encargaba de proveerles meditaciones, de confesarlos y de tener conversaciones espirituales con ellos. Oraba mucho y vigilaba su avance espiritual y hasta llegó a pedir permiso para ofrecerse como víctima al Señor por la perfección de este grupo a quienes como él mismo decía “amaba con ternura”. Un día en que daba un paseo con los jóvenes les dijo: “Uno de ustedes me traspasó el corazón”. Los jóvenes quedaron perplejos ante este comentario, pero no se atrevían a preguntar quién había sido el culpable. “Uno de ustedes esta mañana hizo una Comunión sacrílega. Y saber que fui yo el que se la dio hoy durante la Misa”. El joven culpable se arrojó a sus pies y confesó ser él el culpable. El Padre hizo seña a los demás para que se retiraran un poco y ahí mismo en la calle escuchó su confesión y lo restauró a la gracia de Dios.
Transverberación del corazón
La transverberación es una gracia extraordinaria que algunos santos como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz han recibido. El corazón de la persona escogida por Dios es traspasado por una flecha misteriosa o experimentado como un dardo que al penetrar deja tras de sí una herida de amor que quema mientras el alma es elevada a los niveles más altos de la contemplación del amor y del dolor. El Padre Pío recibió esta gracia extraordinaria el 5 de agosto de 1918. En gran simplicidad, el Padre le narró a su director espiritual lo sucedido: “Yo estaba escuchando las confesiones de los jóvenes la noche del 5 de agosto cuando, de repente, me asusté grandemente al ver con los ojos de mi mente a un visitante celestial que se apareció frente a mí. En su mano llevaba algo que parecía como una lanza larga de hierro, con una punta muy aguda. Parecía que salía fuego de la punta. Vi a la persona hundir la lanza violentamente en mi alma. Apenas pude quejarme y sentí como que me moría. Le dije al muchacho que saliera del confesionario, porque me sentía muy enfermo y no tenía fuerzas para continuar. Este martirio duró sin interrupción hasta la mañana del 7 de agosto. Desde ese día siento una gran aflicción y una herida en mi alma que está siempre abierta y me causa agonía.”
Las estigmas de Cristo
Sin duda alguna lo que ha hecho famoso al Padre Pío es el fenómeno de los estigmas: las cinco llagas de Cristo crucificado que llevó en su cuerpo visiblemente durante 50 años. Un poco más de un mes después de haber recibido el traspaso del corazón, el Padre Pío recibe las señas, ahora visibles, de la Pasión de Cristo. El Padre describe este fenómeno y gracia espiritual a su director por obediencia: “Era la mañana del 20 de septiembre de 1918. Yo estaba en el coro haciendo la oración de acción de gracias de la Misa y sentí poco a poco que me elevaba a una oración siempre más suave, de pronto una gran luz me deslumbró y se me apareció Cristo que sangraba por todas partes. De su cuerpo llagado salían rayos de luz que más bien parecían flechas que me herían los pies, las manos y el costado.Cuando volví en mí, me encontré en el suelo y llagado. Las manos, los pies y el costado me sangraban y me dolían hasta hacerme perder todas las fuerzas para levantarme. Me sentía morir, y hubiera muerto si el Señor no hubiera venido a sostenerme el corazón que sentía palpitar fuertemente en mi pecho. A gatas me arrastré hasta la celda. Me recosté y recé, miré otra vez mis llagas y lloré, elevando himnos de agradecimiento a Dios”. Los estigmas del Padre Pío eran heridas profundas en el centro de las manos, de los pies y el costado izquierdo. Tenía manos y pies literalmente traspasados y le salía sangre viva de ambos lados, haciendo del Padre Pío el primer sacerdote estigmatizado en la historia de la Iglesia (San Francisco Asís no era sacerdote). El provincial de los Capuchinos de Foggia invitó al Profesor Romanelli, médico y director de un prestigioso hospital, para que estudiara el caso y diera su parecer. El Doctor Romanelli no tuvo la menor duda del carácter sobrenatural del fenómeno. Poco después la Curia Generalicia de los Capuchinos en Roma envió a San Gionanni Rotondo a otro especialista, el profesor Jorge Festa. Sus conclusiones fueron que “los estigmas del Padre Pío tenían un origen que los conocimientos científicos estaban muy lejos de explicar. La razón de su existencia está mas allá de la ciencia humana”. La noticia de que el Padre Pío tenía los estigmas se extendió rápidamente. Muy pronto miles de personas acudían a San Giovanni Rotondo para verle, besarle sus manos, confesarse con él y asistir a sus Misas. La palabra ESTIGMA viene del griego y significa “marca” o “señal en el cuerpo”, y era el resultado del sello de un hierro candente con el cual marcaban a los esclavos. En sentido médico, estigma quiere decir una mancha enrojecida sobre la piel, que es causada porque la sangre sale de los vasos por una fuerte influencia nerviosa, pero nunca llega a ser perforación. En cambio los estigmas que han tenido los místicos son lesiones reales de la piel y de los tejidos, llagas verdaderas como, en este caso, las han descrito los doctores Romanelli y Festa.
La Santa Sede interviene en las investigaciones
Después de minuciosas investigaciones, la Santa Sede quiso intervenir directamente. En aquel entonces era una gran celebridad en materia de psicología experimental, el Padre Agustín Gimelli, franciscano, doctor en medicina, fundador de la Universidad Católica de Milán y gran amigo del Papa Pío XI. El Padre Gimelli fue a visitar al Padre Pío, pero como no llevaba permiso escrito para examinar sus llagas, este rehúso a mostrárselas. El Padre Gimelli se fue de San Giovanni con la idea de que los estigmas eran falsos, de naturaleza neurótica y publicó su pensamiento en un artículo publicado en una revista muy popular. El Santo Oficio se valió de la opinión de este gran psicólogo e hizo público un decreto el cual declaraba la poca constancia en la sobrenaturalidad de los hechos.
Primera gran prueba. Diez años de aislamiento
En los años siguientes hubo otros tres decretos y el último fue condenatorio, prohibiendo las visitas al Padre Pío o mantener alguna relación con él, incluso epistolar. Como consecuencia, el Padre Pío pasó 10 años -de 1923 a 1933- aislado completamente del mundo exterior, entre la paredes de su celda. Durante estos años no solo sufría los dolores de la Pasión del Señor en su cuerpo, también sentía en su alma el dolor del aislamiento y el peso de la sospecha. Su humildad, obediencia y caridad no se desmintieron nunca.
El Sacrificio de la Misa
El Padre Pío se levantaba todas la mañanas a las tres y media y rezaba el oficio de las lecturas. Fue un sacerdote orante y amante de la oración. Solía repetir: “La oración es el pan y la vida del alma; es el respiro del corazón, no quiero ser más que esto, un fraile que ama”. Celebraba la Santa Misa en las mañanas acompañado de dos religiosos. Todos querían verlo y hasta tocarlo, pero su presencia inspiraba tanto respeto que nadie se atrevía a moverse en lo más mínimo. La Misa duraba casi dos horas y todos los presentes se sumergían de forma particular en el misterio del sacrificio de Cristo, multitudes se volcaban apretadas alrededor del altar deteniendo la respiración. Aunque no existe diferencia esencial en la celebración de la Santa Misa de cualquier otro sacerdote, porque el sacerdote y la víctima es siempre Cristo, con el Padre Pío la imagen del Salvador -traspasado en sus manos, pies y costado- era más transparente. El Padre Pío vive la Santa Misa, sufriendo los dolores del Crucificado y dando profundo sentido a las oraciones litúrgicas de la Iglesia. En los anales de la Iglesia, Padre Pío es el primer sacerdote estigmatizado; el fue esencialmente sacerdote, y su santidad fue esencialmente sacerdotal. Toda su vida giraba alrededor de esta realidad en la cual prestaba su boca a Cristo, sus manos y sus ojos. Cuando decía: "Esto es mi Cuerpo...Esta es mi Sangre", su rostro se transfiguraba. Olas de emoción lo sacudían, todo su cuerpo se proyectaba en una muda imploración. “La Misa”, dijo una vez a un hijo espiritual, “es Cristo en al Cruz, con María y Juan a los pies de la misma y los ángeles en adoración. Lloremos de amor y adoración en esta contemplación”. Mientras el Padre celebraba el Santo Sacrificio, el tiempo parecía detenerse. Una vez se le preguntó al Padre cómo podía pasar tanto tiempo de pie en sus llagas durante toda la Santa Misa, a lo que él respondió: “Hija mía, durante la Misa no estoy de pie: estoy suspendido con Jesús en la cruz”. El Padre amaba a Jesús con tanta fuerza, que experimentaba en su propio cuerpo una verdadera hambre y sed de Él. “Tengo tal hambre y sed antes de recibir a Jesús, que falta poco para que muera de la angustia. Y precisamente, porque no puedo estar sin unirme a Jesús, muchas veces, aun con fiebre, me veo obligado a ir a alimentarme de su cuerpo”... “El mundo, solía decir el Padre Pío, puede subsistir sin el sol, pero nunca sin la Misa”. En una ocasión se le preguntó si la Santísima Virgen María estaba presente durante la Santa Misa, a lo cual él respondió: “Sí, ella se pone a un lado, pero yo la puedo ver, qué alegría. Ella está siempre presente. ¿Como podría ser que la Madre de Jesús, presente en el Calvario al pie de la cruz, que ofreció a su Hijo como víctima por la salvación de nuestras almas, no esté presente en el calvario místico del altar?”.
Mártir del Sacramento de la Misericordia
Quien participara en la celebración Eucarística del Padre Pío no podía quedar tranquilo en su pecado. Después de la Santa Misa, el Padre Pío se sentaba en elconfesionario por largas horas, dándole preferencia a los hombres, pues él decía que eran los que más necesitaban de la confesión. Al ser tantos los que acudían a la confesión, fue necesario establecer un orden, y confesarse con el Padre Pío podía tomarse fácilmente tres o cuatro días de espera. Son muchos los impresionantes testimonios y las emotivas conversiones generadas a través de las Confesiones con el Padre Pío. Severo con los curiosos, hipócritas y mentirosos, y amoroso y compasivo con los verdaderamente arrepentidos. Uno de los dones que más impresionaba a la gente era que podía leer los corazones. Una vez se le preguntó al Padre por qué echaba a los penitentes del confesionario sin darles la absolución, a lo que él respondió: “Los echo, pero los acompaño con la oración y el sufrimiento, y regresarán”. El enojo era solamente superficial. A un hermano le explicó una vez: “Hijo mío, sólo en lo exterior he asumido una forma distinta. Lo interior no se ha movido para nada. Si no lo hago así, no se convierten a Dios. Es mejor ser reprochado por un hombre en este mundo, que ser reprochado por Dios en el otro”. Un ejemplo de ello sucedió un día en que el Padre se encontró con un joven que lloraba sin importarle el gentío que lo rodeaba. El Padre se le acercó y le preguntó el porqué de su llanto. El muchacho respondió que “lloraba, porque no le había dado la absolución”. Padre Pío lo consoló con ternura diciendo: “Hijo, ves, la absolución no es que te la he negado para mandarte al infierno sino al Paraíso”.
El apostolado de la alegría
El Padre Pío era un hombre muy duro contra todo tipo de pecado, pero tierno, jovial y amante de la vida. Era un conversador brillante, con la astucia para mantener en suspenso a sus oyentes. Le gustaban mucho los chistes, y en su repertorio, no faltaban los que se referían a los soldados, políticos y religiosos. De la boca del Padre Pío, el chiste y la anécdota no eran solo sano humorismo y simple distracción, sino también una especie de apostolado: el apostolado de la alegría y el buen humor. Una tarde calurosa, en que paseaba, como frecuentaba hacer con sus hermanos e hijos espirituales, les contó esta anécdota: “Una vez entró de monje un joven juglar que no conseguía cantar los salmos ni rezar las oraciones con los hermanos, pero en cuanto el coro quedaba vacío, se acercaba a la estatua de la Santísima Virgen y le hacía piruetas para congraciarse con ella y con el Niño Jesús. Una vez lo vio el fraile sacristán y avisó al Abad. Este después de haberlo observado un rato, se maravilló de ver que la estatua de la Virgen tomó vida. María sonreía y el Niño Jesús aplaudía con sus manitas. Cada uno de nosotros, decía el Padre, hace de bufón en el puesto que Dios le ha asignado. El fraile más ignorante, ofrecía a la Reina del Cielo lo único que sabía hacer, y Ella lo aceptaba con gusto”.
Auxilio seguro
A muchos que acudían a él para pedir su intercesión en momentos de necesidad, el Padre no faltaba en darles una mano con su oración. En una ocasión contaba un monseñor que a un campesino conocido de él, al cual le vino un fuerte y repentino dolor de muelas una noche, en su desesperación por sentirse que el Padre no había escuchado su súplica de intercesión, tomó un zapato y lo arrojó contra el cuadrito en el que estaba la foto del Padre. Pasado el tiempo y habiendo olvidado el gesto irreverente, fue a confesarse con el Padre, el cual le replicó en el confesionario: “Y todavía tienes el coraje, después del zapatazo que me distes en la cara...”.
Sanación milagrosa
Una de las sanaciones más conocidas del Padre Pío fue la de una niña llamada Gema, que había nacido sin pupilas en los ojos. La abuelita de ésta la llevó a San Giovanni Rotondo con la esperanza de que el Señor obrara un milagro a través de la intercesión del Padre. El Padre la bendijo e hizo la señal de la cruz sobre sus ojos. La niña recuperó la vista, aunque el milagro no terminó allí. Gema vio desde ese momento, sin nunca tener pupilas. Ya de adulta, Gema entró en la Vida Religiosa.
El Padre y los niños
El Padre tenía también un gran amor por los niños. Cuando se le pedía la intercesión por el nacimiento de algún bebé que viniese con problemas, o por algún niño que estuviese enfermo, intercedía hasta conseguir la gracia. Un canciller a cuya esposa se le aproximaba el parto que se presentaba lleno de dificultades, fue a consultar con el Padre y a pedir sus oraciones. “Vete tranquilo, le dijo el Padre, y nada de operaciones”. En el momento del parto la situación se complicó y los médicos le dijeron que si no operaban enseguida temían por la vida, tanto de la madre como del bebé. El canciller desesperado se fue al cuarto que estaba al lado donde había una fotografía del Padre Pío en la pared y delante de ella comenzó a insultarlo y a decirle palabrotas. No había terminado de desahogarse cuandoescuchó el llanto de un bebé. Salió corriendo hacia el cuarto de su esposa y encontró un hermoso varoncito nacido “sin operaciones”, para sorpresa de los médicos. Después de algunos días, el canciller fue a San Giovanni a confesarse y a darle las gracias al Padre, el cual le respondió: “Está bien, pero todas las palabrotas y los insultos que dijiste delante de mi fotografía, no tienes que decirlos más”. En otra ocasión, un niño de San Giovanni Rotondo que estaba gravemente enfermo y el cual se esperaba que podía morir en cualquier momento, se echó a reír y recuperó la salud de forma casi instantánea. La madre le preguntó que qué sentía y el niño le respondió: “Mamá, Padre Pío me hizo cosquillas en el pie”. El Padre le había hecho cosquillas en el pie y se sanó.
Hijos espirituales
El Padre Pío tenía entre aquellos que se lo solicitaban, un grupo de hijos espirituales a quienes prometía asistir con sus oraciones y cuidados a cambio de llevar una vida fervorosa de oración, virtud y obras de caridad. Entre este grupo de devotos hay un sinnúmero de anécdotas en las que el cuidado real y oportuno del Padre se manifestó de forma extraordinaria. Entre estas anécdotas está la de un joven cuya madre lo llevaba a donde el Padre desde que este era muy pequeño y un día, saliendo del convento para tomar el autobús de regreso a casa, un coche lo atropelló por la espalda haciendolo volar por los aires. Mientras este volaba sobre el coche, viendo la imagen de la Virgencita del convento al revés, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo. Solo logró gritar: “Virgencita mía, ayúdame”. Lo llevaron de inmediato al hospital y todos los exámenes mostraban que todo estaba en orden, aunque no se explicaban de dónde provenía la sangre que había en su camisa. En cuanto este pudo salió corriendo hacia el convento para darle las gracias al Padre que estaba rezando en el coro. “No me des las gracias a mí, le respondió el Padre, dáselas a la Virgen, fue Ella”. Después de mirarlo con los ojos llenos de amor y con una gran sonrisa en los labios, le dijo: “Hijo mío, no te puedo dejar solo ni un minuto...”.
Llamado a la Co-redención
La vida del Padre Pío está tan llena de acontecimientos extraordinarios que es necesario buscar las causas de ellos en su vida íntima. Quien es llamado a servir en la misión redentora de Jesucristo tiene que sufrir mucho moral y físicamente. Estos sufrimientos lo purifican y encienden cada vez más del amor de Dios. En una carta escrita por el Padre en 1913 decía: “El Señor me hace ver como en un espejo, que toda mi vida será un martirio”. Desde que ingresó a la vida religiosa hasta que recibió los estigmas, la vida del Padre Pío fue un vía crucis. En 1912 escribe: “Sufro, sufro mucho pero no deseo para nada que mi cruz sea aliviada, porque sufrir con Jesús es muy agradable”. A una hija espiritual le dijo un día: “El sufrimiento es mi pan de cada día. Sufro cuando no sufro. Las cruces son las joyas del Esposo, y de ellas soy celoso. ¡Ay de aquel que quiera meterse entre las cruces y yo!”.
Su proyecto más grande en la tierra
La tarde del 9 de enero de 1940, el Padre Pío reunió a tres de sus grandes amigos espirituales y les propuso un proyecto al cual él mismo se refirió como “su obra más
grande aquí en la tierra”: la fundación de un hospital que habría de llamarse “Casa Alivio del Sufrimiento”. El Padre sacó una moneda de oro de su bolsillo que había recibido en una ocasión como regalo y dijo: “Esta es la primera piedra”. El 5 de mayo de 1956 se inauguró el hospital con la bendición del cardenal Lercaro y un inspirado discurso del Papa Pío XII. La finalidad del hospital es curar al enfermo tanto espiritual como físicamente: la fe y la ciencia, la mística y la medicina, todos de acuerdo para auxiliar la persona entera del enfermo: cuerpo y alma.
Grupos de Oración
“Lo que le falta a la humanidad, repetía con frecuencia, es la oración”. A raíz de la Segunda Guerra Mundial, el mismo Padre funda los “Grupos de Oración del Padre Pío”. Los Grupos se multiplicaron por toda Italia y el mundo. A la muerte del Padre los Grupos eran 726 y contaban con 68.000 miembros, y en marzo de 1976 pasaban de 1.400 grupos con más de 150.000 miembros. “Yo invito a las almas a orar y esto ciertamente fastidia a Satanás. Siempre recomiendo a los Grupos la vida cristiana, las buenas obras y, especialmente, la obediencia a la Santa Iglesia”.
Segunda prueba y persecución
La envidia humana se echó encima de la obra del Padre Pío. Desde 1959, periódicos y semanarios empezaron a publicar artículos y reportajes mezquinos y calumniosos contra la “Casa Alivio del Sufrimiento”. Para quitar al Padre los donativos que le llegaban de todas partes del mundo para el sostenimiento de la Casa, sus enemigos planearon una serie de documentaciones falsas y hasta llegaron, sacrílegamente, a colocar micrófonos en su confesionario para sorprenderlo en error. Algunas oficinas de la Curia Romana condujeron investigaciones, le quitaron la administración de la Casa Alivio del Sufrimiento y sus Grupos de Oración fueron dejados en el abandono. A los fieles se les recomendó no asistir a sus Misas ni confesarse con él. El Padre Pío sufrió mucho a causa de esta última persecución que duró hasta su muerte, pero su fidelidad y amor intenso hacia la Santa Madre Iglesia fue firme y constante. En medio del dolor que este sufrimiento le causaba, solía decir: “Dulce es la mano de la Iglesia también cuando golpea, porque es la mano de una madre”.
50 años de dolor y sangre
El viernes 20 de septiembre de 1968, el Padre Pío cumplía 50 años de haber recibido los estigmas del Señor. Fue grande la celebración en San Giovanni. El Padre Pío celebró la Misa a la hora acostumbrada. Alrededor del altar había 50 grandes macetas con rosas rojas para sus 50 años de sangre... De la misma manera milagrosa como los estigmas habían aparecido en su cuerpo 50 años antes, ahora, 50 años más tarde y unos días antes de su muerte, habían desaparecido sin dejar rastro alguno de cinco décadas de dolor y sangre, con lo cual el Señor ha confirmado su origen místico y sobrenatural.
El paso a la vida eterna
Tres días después, murmurando por largas horas “¡Jesús, María!”, muere el Padre Pío, el 23 de septiembre de 1968. Los que estaban presentes quedaron largo tiempo en silencio y en oración. Después estalló un largo e irrefrenable llanto. Los funerales del Padre Pío fueron impresionantes. Se tuvo que esperar cuatro días para que las multitudes pasaran a despedirlo. Se calcula que más de 100 mil personas participaron del entierro.
Una promesa de amor
Un día se le preguntó al Padre: “¿Jesús le mostró los lugares de sus hijos espirituales en el paraíso?”. “Claro, un lugar para todos los hijos que Dios me confiará hasta el fin del mundo, si son constantes en el camino que lleva al cielo. Es la promesa que Dios hizo a este miserable”. “Y en el paraíso, ¿estaremos cerca de usted?”. “Ah tontita, ¿y qué paraíso sería para mí si no tuviera cerca de mí a todos mis hijos?”. “Pero yo le tengo miedo a la muerte”. “El amor excluye el temor. La llamamos muerte, pero en realidad es el inicio de la verdadera vida. Y luego, si yo les asisto durante la vida, ¡cuánto más los ayudaré en la batalla decisiva!”.
Proceso de la Causa del Padre Pío
Muchas han sido las sanaciones y conversiones concedidas por la intercesión del Padre Pío e innumerables milagros han sido reportados a la Santa Sede. Los preliminares de su Causa se iniciaron en noviembre de 1969. El 18 de diciembre de 1997, Su Santidad Juan Pablo II lo pronunció venerable. Este paso, aunque no tan ceremonioso como la beatificación, es ciertamente la parte más importante del proceso. El venerable Padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999. Tan grande fue la multitud en la Misa de beatificación, que desbordaron la Plaza de San Pedro y toda la Avenida de la Conciliación hasta el río Tiber sin ser estos lugares suficiente. Millones además lo contemplaron por la televisión en el mundo entero.
Un gran Santo para la Iglesia de hoy
El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II canonizó al Beato Padre Pío, quien desde ese momento pasó a ser el primer sacerdote canonizado que ha recibido los estigmas de nuestro Señor Jesucristo. Su cuerpo se encuentra incorrupto.

martes, 18 de septiembre de 2012

JESED - VIVA CRISTO REY



JESED - VIVA CRISTO REY

LES DEJO EL ULTIMO ALBUN DE JESED ACABADO DE PUBLICAR EN ESTE AÑO 2012. ESTA DEDICADO A CRISTO REY. ES EXCLUSIVO DE ESTE BLOG NO LO ENCONTRARAN EN NINGÚN OTRO LADO POR FAVOR COMENTAR Y AGRADECER.

"LO QUE SE RECIBE GRATUITAMENTE COMPARTIRLO GRATUITAMENTE"



LA CASITA SOBRE LA ROCA


LA CASITA SOBRE LA ROCA - EL HIJO PRODIGO




LINDO ME ENCANTO

José de Cupertino, Santo

San Jose de Cupertino
Patron de los estudiantes


Martirologio Romano: En Osimo, en la región Picena, en Italia, san José de Cupertino, presbítero de la Orden de Hermanos Menores Conventuales, célebre, en circunstancias difíciles, por su pobreza, humildad y caridad para con los necesitados de Dios (1663).

José nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.-
A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron para afuera.-
Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, pero él declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante "inútil", y para deshacerse de él le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que lo recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.-
Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.-
Lo pusieron a estudiar para presentarse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre".-
Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: ¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?" y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, el José de Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se libró de semejante catástrofe por casualidad.-
Ordenado sacerdote en 1628, se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor. Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).-
Desde el día de su ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un grado tal que no se conocen en cantidad semejante con ningún otro santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo para que se volviera insensible a lo que sucedía a su alrededor. Ahora se explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, se lo echó al hombro y al pensar en Jesús, Buen Pastor, se fue elevando por los aires con cordero y todo.-
Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por el campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.-
Sabemos que la Iglesia Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra momentáneamente del influjo de los sentidos, para contemplar lo que pertenece a la divinidad. San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la Santa Misa, cuando estaba rezando los salmos de la S. Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis de este santo. El más famoso sucedió cuando 10 obreros deseaban llevar una pesada cruz a una montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y todo y la llevó hasta la cima del monte.-
El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "Todos estos hechos no se puede explicar sin una intervención muy especial de Dios".-
Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría donde estaba y corrían hacia allá. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio: "Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe".-
Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.
Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que Él siempre enaltece
José de Cupertino, Santo
a los que son humildes y los llena de gracias y bendiciones.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La casita en la roca

La casita en la roca - El amigo inoportuno

Espero que les guste a mi me encanto y me sirvio de mucho.




Juan Crisóstomo, Santo


Juan Crisostomo, Santo




Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa. 

Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.

En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía user con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruír, corregir, reprochar.

Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la 
corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.

Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, 
Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de 
enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa. De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.